La silla papal
- gayatri2pl
- 7 mar 2016
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Tras la muerte del papa León IV en 855, el nuevo Sumo Pontífice fue Juan VIII.
Cuenta la leyenda que éste nuevo Papa, durante una procesión cerca de la iglesia de San Clemente se sintió enfermo y a los pocos minutos alumbró a un bebé en plena calle.
Resultó no ser él, si no ella, Juana Anglicus, famosa en Roma por sus conocimientos médicos.
Por aquella época los estudios estaban reservados a los varones, así que se cortó el pelo y decidió llamarse Juan Angelicus.
Consiguió convertirse en secretario particular de León IV, al curarle su mal de gota. Y cuando este murió, Juan por votación unánime fue nombrado nuevo Papa.
A raíz del suceso, todos aquellos religiosos que aspiraron a ocupar la silla papal, debían sentarse antes en otra silla provista de una cavidad con fácil acceso a sus órganos reproductores para que, mediante un tacto testicular, se confirmara que el nuevo pontífice era macho.
Dicen que el papa Adriano VI eliminó esta costumbre en el siglo XVI.
También se dice que es todo mentira, que a ningún Papa le tocaron los genitales.
Por otro lado está la teoría de los sabios del cuerpo humano.
Ya desde la antigua China, se sabe que todos los órganos del cuerpo tienen una terminación nerviosa.
Pues bien, se dice que la Silla Papal fue construida para comprobar el desarrollo normal de los testículos, puesto que estos están directamente conectados con el cerebro.
De esta manera se aseguraban que el nuevo Papa tuviera su cerebro en condiciones para poder cumplir sus funciones.
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